Aunque suene cliché, cada persona tiene un propósito, una forma altamente eficaz para ser verdaderamente útil. Podrá servir para miles de tareas o multipropósitos, pero quedará una reserva esperando a ser destilada a presión. Siempre he sabido que los sueños cuestan, y algunas veces apenas podemos tocarlos. Así soñemos pequeño o grande, buscamos el hábitat donde nos podamos mover en ellos. Buscamos padecer con ellos de camino a la gloria, porque significativamente esa es la gloria, estar a la altura de nuestro propio desarrollo.
Muchos piensan que el dinero es el destino final, que con eso podemos rellenar todos los huecos de lo que significa una vida. El dinero podrá comprarlo todo, excepto el camino. Hay personas que lo eligen y hay otras que aceptan la elección del otro, y en este ultimo caso nada se puede constituir real si no es estrictamente propio. Nada es propiamente real si no se escatima los riesgos como parte intrínseca de la aventura.
Por eso nadie puede heredar sus fallas, y muchos menos sus logros, porque es el único responsable de pavimentar su camino. Y por más corto que sea, al final de cuentas tendrá sus resultados, aunque apenas pueda verse en los brotes de hierba que crecen al costado del concreto.
Habrá personas que se han hecho famosas por su dinero, pero muy pocos han conseguido esa fama y dinero por su talento. Lo que significa que puedes ser un gran teórico o un mediocre experimentado, si no tomas las riendas de tu vida con conciencia y solemnidad. Podrás haber alcanzado todos los cielos y haber proclamado tu bandera en todas las lunas, y solo habrás obtenido algo significativo para los hombres, en cambio, serás lo más pequeño frente a aquellas grandezas, y no habrá sido el hombre que aterrizó en la luna, sino la luna en el hombre.
-Saúl Torres